Me preguntan muchas veces: ¿Doctor en qué tiempo me voy a curar? .
Siempre, siempre que me hacen esta pregunta pienso en el camino que tuvo que andar esta persona para llegar a enfermarse.
Una de las percepciones ilusorias que tenemos los seres humanos es el tiempo. Estamos adaptados desde que nacemos ver el tiempo como el evento que siempre podemos medir a través del reloj. Pero el tiempo en realidad no existe para tu biología ni para tu inconsciente cuyas experiencias se quedan guardadas como memoria celular y que reaparecerán una y otra vez cada vez que vivas un conflicto.
Generalmente vamos a una terapia o médico buscando un tratamiento infalible y rápido que nos cure, casi como una fórmula mágica que a una velocidad inesperada no resuelve un problema. Deseamos tener solo una o dos sesiones con el terapeuta o psicólogo, tomar el tratamiento médico y que a la tercer pastilla todo esté resuelto.
Nada más lejano de la realidad. Cuando hacemos un tratamiento con medicamentos, el grueso de las veces estamos eliminando los síntomas, pero las causas de la enfermedad se mantienen y esto sucede porque éstas se encuentran en conflictos que se han vivido desde el cuerpo la mente y las emociones. Es decir, conflictos psicológicos y emocionales que pudieron suceder cuando nuestra madre estaba embarazada de nosotros. En otras ocasiones es más viejo ya que viene heredado del árbol genealógico.
Entonces ¿Cuánto tardarás en curarte?
El proceso hacia la salud es caminar de vuelta sobre el camino que hiciste para enfermarte. Imagínate cuántos conflictos fuiste acumulando, cuántos enojos, desilusiones, mala alimentación, excesos y más. Hay que regresar sobre los mismos pasos, esta vez solucionando conflictos y encontrando recursos para que tu cuerpo pueda sanarse.
A veces el camino resulta difícil y requerirá tu compromiso, tu valor para renunciar a vivir en el pasado, dejar de ser víctima y el miedo a cambiar.
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Cuando dirigimos el pensamiento y la energía hacia el pasado sin enfocarnos en el camino de la curación en el presente entonces se desvía la fuerza vital de las células y los órganos que necesitan esa energía para funcionar y sanar no la obtienen.
Un proceso de curación requiere vivir en el presente, recuperando y renovando la energía de los traumas y heridas del pasado. Otra de las causas de que sea más lenta una curación es negarse a perdonar un evento o a una persona del pasado. La negación del perdón y contener emociones como la ira provoca la fuga de energías físicas y mentales. El perdón por si solo ya es sanador. El perdón no tiene nada que ver con no responsabilizar a otros por las heridas que causaron es liberarse a sí mismo del dolor contenido.
Un gran porcentaje de las personas que hacen terapias una y otra vez no encuentran solución porque no se liberan de la ganancia que encuentran es víctima. De forma inconsciente, aunque de forma dolorosa el victimismo ofrece cierto poder. Entonces las heridas se convierten en un medio de manipular y controlar a los demás.
En cualquiera de los casos la sanación requiere compromiso, paciencia y acción. El cambio viene de aprender a fluir y ser amor en acción.
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