El duelo: Cuando el cuerpo del fallecido está ausente

¿Cómo se vive el duelo cuando no hay un cuerpo que velar?

Hoy quiero hablarte del duelo cuando el cuerpo de la persona no está presente y lo que esto implica para sus seres queridos.  Antes, vayamos a ver el origen de esta tradición de velar que se remonta a la época medieval donde utensilios de cocina como platos, vasos y cubiertos eran construidos con estaño o plomo. Así que no eran pocos los casos de personas que sufrían envenenamiento por este material, produciendo un estado de catalepsia de varios días. Las personas en estado de catalepsia parecen estar muertos. Sus signos vitales se reducen al mínimo, siendo indetectables en aquella época y lo que podía parecer un cadáver, era simplemente el efecto del estaño en su cuerpo.

Entonces el velatorio se convirtió en la última esperanza de familiares para detectar señales de vida en el cuerpo y demostrar que solo se trataba de un estado pasajero producido por el envenenamiento.

Más que una costumbre extendida entre las diferentes religiones que existen, es un tiempo y un espacio donde familiares y seres queridos se reúnen para dar el último adiós a la persona que acaban de perder. También es una oportunidad para celebrar la vida y despedirse de un ser querido. Pero lo más importante es el comienzo del duelo.

El duelo es una de las experiencias más dolorosas en la vida de cualquier ser humano. Cuando una persona querida fallece, los familiares viven un estado físico y emocional que se manifiesta con diversas reacciones. Si la muerte ha sido inesperada el malestar psico-biológico es superior al de una muerte esperada.

Pero cuando una persona desaparece y su cuerpo no se encuentra, las reacciones son aún más intensas pues esta situación es un impedimento para que los familiares puedan comenzar el proceso de duelo.

A esta situación se le conoce con los nombres de duelo retrasado, inhibido, suprimido o pospuesto. En esta situación la persona tiene una reacción emocional insuficiente en el momento de la pérdida y el sufrimiento no se expresa hasta un momento futuro; y los síntomas pueden ser desproporcionados con respecto a la pérdida. A veces pueden transcurrir incluso varios años antes de que se inicie el duelo.

En estos casos en Sersolaci propone un acompañamiento psico-biológico y emocional que consta de 3 fases fundamentales.

Acompañar en la aceptación de la realidad (la pérdida).

Esta fase es importante para lograr hacer el trabajo del duelo. Puede parecer algo evidente pero lo cierto es que, en los primeros momentos, y sobre todo si el cuerpo del fallecido está ausente hay una negación de la realidad casi siempre existe la sensación de que no es verdad, una sensación de incredulidad que generalmente se resuelve en poco tiempo.

Trabajar y liberar las emociones y el dolor de la pérdida.

Es importante acompañar a reconocer los sentimientos que se viven. Hay que tener en cuenta que el dolor es tanto emocional como físico y que muchas personas tras una pérdida significativa tratan de evitarlo. Es vital acompañar a sentir el dolor plenamente y saber que va a desaparecer.

Acompañar a recolocar emocionalmente a la persona en su vida

Esto a través recolocar emocionalmente al fallecido para continuar viviendo. Esta es la fase final y liberadora pues induce a poder continuar la vida de un modo satisfactorio, sin que el dolor le frene.

Acércate a SerSolaci para ayudarte a vivir y cerrar duelos doloroso para que no los dejes crecer y convertirse después un un problema físico y emocional que pudo haberse evitado.

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