Ser brujas del siglo XXI. El poder en tus manos

El concepto se refiere a los movimientos de liberación de la mujer, que históricamente han ido adquiriendo diversas proyecciones. Igual que otros movimientos, ha generado pensamiento y acción, teoría y práctica. El feminismo propugna un cambio en las relaciones sociales que conduzca a la liberación de la mujer, “y también del hombre” a través de eliminar las jerarquías y desigualdades entre los sexos.

Algunos autores ubican los inicios del feminismo a fines del siglo XIII, cuando Guillermine de Bohemia planteó crear una iglesia de mujeres. Otros autores sin embargo reivindican como parte de la lucha feminista a las predicadoras y brujas.

Las brujas son el arquetipo y el estereotipo de una visión misógina del mundo.

La historia recoge muchísimos casos de esta barbarie, sobre todo, en las zonas rurales donde la mujer y principalmente las ancianas poseían y transmitían conocimientos prácticos que nada tenían que ver con los preceptos religiosos. Así, las aldeanas fueron las principales víctimas de la caza de brujas entre el siglo XV y finales de siglo XVII. Mujeres que fueron perseguidas por poseer un conocimiento generado a base de la experiencia que nada tenía que ver con la lógica formal del poder estatal que por supuesto estaba formado por hombres.  Este pensamiento al que podemos llamar de alguna forma “oficial” se conformaba a base de cálculo, análisis y memoria y constituía el discurso del poder.

Esta diferencia entre la forma de llegar o acercarse al conocimiento generó que las mujeres fueran temidas como potenciales enemigas del estado y la iglesia pues tenían la capacidad de trasmitir un conocimiento que se escapaba a la comprensión de los hombres. Yerberas, hueseras, curanderas y sanadoras de todo tipo fueron acosadas en el afán de negar un conocimiento que se llegó a tildar de sobrenatural.

Producto de las guerras de conquista y reconquista que se dieron en Europa en estos siglos, poco a poco se fue haciendo más fuerte la presencia de la mujer pues los hombres morían en las guerras. Esto fue visto como un peligro por la Iglesia de Roma y las iglesias protestantes. Así surge en 1487 el malleus maleficarum nombre en latín que significa “el martillo de las brujas”. Un exhaustivo tratado sobre la brujería y la forma de reconocer a las brujas y castigarlas.

El 5 de diciembre de 1484, el Papa Inocencio VIII emitió una bula, o documento papal, que condenaba la brujería y a todo aquel que la practicara. No hacían falta pruebas para acusar a alguien de brujería. A las brujas se las acusaba de toda suerte de males. Casi todos los acusados eran mujeres que rara vez tenían quien las defendiera. Varias de ellas por curar de manera empírica las heridas poniendo en ellas tela de araña.

Con la anuencia de la iglesia católica y las iglesias protestantes se instaura entonces una cacería de brujas que en 300 años va a costarle la vida a alrededor de 250.000 mujeres en varios lugares del mundo. Esto es lo que hoy se ha tergiversado como una lucha entre hombres y mujeres. Esta lucha contra la brujería es otra guerra, una ofensiva por tomar el poder sobre el conocimiento de la medicina y sobre el control del cuerpo ya que la iglesia del siglo XV era la controladora del alma humana y el cuerpo en parte pertenecía a los médicos. Ambos se oponían fuertemente a que las mujeres fuesen las dueñas del conocimiento y la experiencia de la curación.

Regresemos a nuestra era moderna

Es muy posible que muchos no sepan de donde viene la palabra bruja. Hoy muchas mujeres la usan como símbolo de rebeldía o por moda “sí, soy brujita”. Otros la usan como ofensa “Bruja, te robaste a mi hijo.”

Si bien la palabra no tiene un claro origen, las brujas existen en todas las culturas y cada una les atribuye habilidades específicas de su tradición y costumbres. Lo que se oculta detrás del mito de los sombreros en punta, de las escobas y de los encantamientos es el poder que significa ser mujer.

Ser mujer es vivir en una lucha constante,
dar vida y a la vez sentido a la vida.
Es un poder que creció con la humanidad misma.
La posibilidad de dar y trasmitir vida,
el ser madre, que solo es una facultad femenina.
Es un poder temido desde tiempo ancestrales
pues es un poder que se acompaña de belleza.
Podríamos pensar que bruja y mujer son sinónimos.
Por eso se les teme.
Y claro, cómo no temerle si solo ellas
tienen la capacidad sanar a través del amor,
desde una gripe, hasta un corazón roto.

Entonces tú, ama de casa, mujer trabajadora, servidora pública, universitaria, profesora, científica, madre, esposa, hija, bruja del siglo XXI, piensa quién es tu inquisidor y date cuenta de que solo tú eres su razón de existir. Cuando le quites todo el poder, sin ti no tiene razón de ser. No necesitas empoderarte, ya eres poderosa.

Te vales por ti misma. Ten una actitud firme en tus decisiones, no permitas ser influenciada de forma negativa. Admite tus debilidades y conviértelas en fortalezas. Cree en ti misma. Es indispensable saber que puedes lograr todo lo que te propones.

No olvides que eres el legado de la primera Eva, la Eva negra y tal como aquella que surgió por primera vez hace 200 mil años, hoy tú eres el legado de la madre de la humanidad. Ese es el verdadero poder.


Extracto del libro del Mtro. Teddy Rivero: ¿Como podemos vivir mejor? Cuerpos, emociones y conflictos.

 

Share With Your Friends

X